Desde el punto de vista laboral las personas con discapacidad se deben valorar de una manera “positiva”, intentando no encuadrarlas en las especificaciones o definiciones de sus dificultades de adaptación al medio, sino fijándonos de una manera más objetiva en sus “CAPACIDADES”.
Las personas “capaces” con dificultades, son muchas veces más adaptables a un puesto de trabajo concreto que las personas sin discapacidad, siempre que se invierte suficiente tiempo y recursos en formarles y adaptarles el puesto de trabajo, aplicando medidas correctoras a sus limitaciones personales y sociales.